Semblanzas de bar

España, un país enfermo

No descubrimos nada diciendo que España es un país enfermo, que lo ha sido durante muchos otros períodos de su historia y que en la actualidad además de estarlo – muchísimo – da risa.

Si no fuera así no perderíamos el tiempo con cosas tan simples, ridículas e insignificantes como el caso del diputado Toni Cantó y el del nuevo alcalde de Ponferrada, por mencionar sólo, un par de asuntos recientes. Pero en realidad es casi toda la vida social. Y no nos referimos a los hechos en sí, igualmente intrascendentes, sino a la repercusión social y mediática de los mismos, mucho más significativo y más grave. Aunque es verdad que sumergidos en la pestilente humareda diaria de tanta inepcia, se hace muy difícil ver nada claro.

El caso del diputado Toni Cantó se origina porque dijo que muchas de las denuncias que las mujeres ponían en el juzgado por malos tratos eran falsas. Y el caso del alcalde de Ponferrada se origina porque el nuevo alcalde no desprecia el voto favorable de un ex-concejal del PP e independiente ahora, condenado hace años por acoso sexual, que ya cumplió su correspondiente condena.

Primer caso: es como sí estuviera en vigor, que lo está, una determinada moda por la cual un grupo social se ha convertido en incontestable e intocable por mor del trato que sufren sus víctimas. Un diputado sufre un despiste, o simplemente quiere opinar y dice una inconveniencia provocando la respuesta airada y masiva de dicho colectivo, que por simpatía y repercusión de los medios, hace que también un amplísimo sector de la población se rasgue, aullando, los vestidos. 

Segundo caso: es como si un enfermo de lepra regresase curado y sano a su lugar de residencia habitual después de haber permanecido ingresado en un sanatorio. Cuando intenta retomar su vida social, los vecinos rechazan la invitación de ir a tomar café a su casa porque no pueden olvidar la enfermedad que un día sufrió y que creen que sigue padeciendo.

De qué otro modo se puede calificar la salud mental de un país entero, cuando por asuntos tan nimios y tan simples, la totalidad de los medios de comunicación existentes en España emplean todos sus telediarios y esfuerzos informativos en repetir hasta la hartura gilipolleces semejantes.

No sólo los medios de comunicación prestan oído a tales nimiedades, también los partidos políticos se suman entusiásticamente a tales desafueros aportando ideas y puntos de vista aún más estúpidos que los propios hechos en sí. Y de entre todo lo que se dice y argumenta, no asoma ni por asomo, una sola explicación racional que, en realidad, no sería otra, que la del simple silencio o el mayor desinterés.

Dicen que la libertad de prensa es el síntoma que mejor indica la salud democrática de un país. A la vista de las cosas por las que se preocupan los medios de comunicación españoles, más bien habría que aceptar la afirmación contraria. Esto es, que la enfermedad es irremediablemente terminal. Aún peor, porque siendo terminal ciertamente, no se llega nunca al final, y a una sandez se agrega otra asnada más grande, a esta aún, otro absurdo enorme, y así sucesivamente hasta lo inverosímil.

Muchos se preguntan cómo ha sido posible que hayamos alcanzado tan alto grado de imbecilidad, propio de campeones de liga; y con la satisfacción que proporciona todo gran trofeo, lo hemos puesto en el frontispicio de nuestras señas de identidad nacional. De tal forma luce la ausencia del simple sentido común, y  no digamos el de la vergüenza.

2 comentarios en “España, un país enfermo”

    1. Algo sin importancia y a lo que no merece la pena dar crédito alguno. Algo irrelevante. Obvio. Archi-sabido. Carente de interés. Simple, cuasi estúpido. Dícese de aquello que sólo interesa a quien no tiene nada mejor que hacer. En algunos casos es algo que se usa como excusa recurrente. Pérdida de tiempo en relación al esfuerzo empleado. Algo en lo que se enreda aquel que se considera en la misma diminuta dimensión. Etcétera.
      En no pocos casos «enredarse» en una nimiedad es una estratagema que usan las partes interesadas para insistir en un determinado punto de vista irrelevante.